Un militar recién llegado a Ciudad Juárez le preguntó a un ciudadano en la calle “¿cómo son los juarenses?”, y éste respondió: “Gente trabajadora, honesta y hospitalaria. Bienvenido a Ciudad Juárez” y orgullosamente me uno a la opinión de ese hombre.

En días recientes he tenido la oportunidad de visitar en varías ocasiones Ciudad Juárez; tristemente he observado una vez más el deterioro económico y social en que se encuentra sumergida la ciudad. Después de haber tenido épocas en constante y acelerado crecimiento económico y social, una gran parte de la población -me atrevo a afirmar que la mayoría- vive en condiciones de miedo, de aislamiento y falta de oportunidades. Hasta hace pocos años, esta ciudad tenía actividad económica y vida social las 24 horas del día; hoy al obscurecer la gente regresa a sus casas, los negocios cierran, las calles quedan desiertas, los jóvenes evitan las fiestas, las familias hablan de lo que sucede en el día con día -todos con sus propias teorías-; pareciera que hacerlo significara un acto de valentía, atrevimiento o hasta un desafío. La economía se ha reducido a la mitad, la vida social aún más y será muy interesante observar cuales serán las cifras que refleje el censo de este año, ¿cuántos habrán emigrado?, ¿cuántos habrán muerto o desaparecido?, ¿cuántos hombres y mujeres mexicanos?

En pocas semanas –sino es que ya está sucediendo- las elecciones comenzarán a ganar la atención de los medios, de los políticos y de la ciudadanía, la seguridad pasará entonces a ser sólo un arma más de los candidatos y los políticos actuales –representantes de todos nosotros- para atacarse unos a otros; harán a un lado la esencia real de los problemas proponiendo “soluciones” y criticando por todos los frentes las propuestas ajenas, como sucedió hace mucho menos de un año.

Yo soy juarense y chihuahuense y desde que tengo memoria, la confrontación entre partidos políticos ha frenado el crecimiento de mi ciudad. Tantos proyectos, y tantos problemas son dejados a medias cada tres años; inversiones que se quedan en el olvido, problemas que nunca se resuelven y siempre termina siendo la misma historia. Independientemente del color partidista, seamos conscientes de nuestras críticas y comentarios contra las medidas que toman los diferentes niveles de gobierno. Seamos lo suficientemente maduros para no segregar a toda una ciudad, no discriminemos, no hagamos comentarios vanos y desinformados. Al final de cuentas la diferencia entre Juárez y Chihuahua, sólo es una pantalla que nos permite en Chihuahua ocultar -detrás de un poco más de dinero- la misma cantidad de violencia, corrupción y deterioro social. Pero es aún más lamentable que en ciudades como la nuestra prive la total indiferencia; nos hemos acostumbrado a la violencia y no hacemos nada frente a ella. Definitivamente es verdad que la coyuntura de violencia y pobreza en Juárez existe, pero también es cierto que mucha gente lucha para salir adelante y no se rinde frente a las circunstancias.

Aprendamos a distinguir lo que realmente importa. No nos dejemos llevar por los espirales de la próxima época electoral, sean quien sean los próximos gobernantes de nuestro Estado y nuestras ciudades el reto de estos será logran volver a controlar lo que hasta hace algunos años estaba bajo control. La diferencia ahora es que el control se imponga con educación y alternativas económicas dignas que sean lo suficientemente buenas como para que aquellos que hoy en día terminan involucrados en actividades ilícitas no tengan que optar por ello. La violencia no es la solución a la violencia; tampoco la indeferencia.

esto se lo rifo una amiga gracias Cintly.